La Crónica y tipos de Crónica. Texto de lectura para la prueba del 1er. parcial del 23/08/08.

Reseña de la crónica histórica

En los primeros siglos de nuestra era fue cuando empezó a usarse la palabra crónica o cronicón para designar cierto género de composición histórica, es decir una historia redactada según el orden y sucesión de los tiempos; historia de un país, de una provincia, de una época, etc.

Entre todos los pueblos de la Europa moderna se encuentran desde el siglo V al XV cierto número de escritores, monjes la mayor parte de ellos, que han dejado crónicas de diferentes géneros en latín o lengua vulgar.En ellas se contaba los orígenes de una nación o la historia de una familia ilustre o de una época notable.

En Italia existen multitud de crónicas que se remontan a los primeros tiempos del cristianismo y no concluyen hasta finales del siglo XVI. Las más antiguas están escritas en latín pero también algunas en lengua vulgar como la crónica de Florencia, de Paolini di Piera, redactada en italiano del 1080 al 1205.

En Alemania están escritas principalmente en latín y contienen la historia detallada de las diferentes provincias que se conocen de aquel país. Éstas crónicas empiezan en los primeros de nuestra Era y son muy comunes hasta el siglo XII y algunas hasta el siglo XVII.

Así, en el tomo III de la colección de crónicas publicadas por Pistorius, se encuentra una gran crónica belga compuesta por un canónico regular de San Agustín, que comienza en el año 54 y termina en el 1474. En el mismo volumen la crónica de Manlius, obispo de Constanza no concluye hasta el año 1607.

En los últimos años del siglo XVI Schardius, Pistorius y otros publicaron en tres volúmenes colecciones de crónicas latinas relativas a la historia de Alemania. Continuaron ésta obra otros autores como los siguientes:

• Goldaith en 1606,
• Frecher desde 1611 a 1624,
• Leibnitz en 1700,
• Ludewig en 1718,
• Reuber en 1726,
y otros continuando la obra de sus antecesores.

También es digno de mención "Crónicas y hechos admirables de los emperadores de occidente", por Guillermo de Gueroult en Lyon de 1552.

En la península ibérica las crónicas nacionales de España y Portugal, anteriores al siglo XVI, gozan de gran reputación. Comienzan en el siglo XIII y acaban en el siglo XVI, como por ejemplo las de Lope de Ayala que se distingue por un magnífico estilo y la sublimidad de sus pensamientos.

En éstas narraciones puramente caballerescas sólo llaman la atención la importancia de los hechos y las proezas sino la manera altamente dramática con que están presentados los hechos. Desde 1779 a 1787 se publicó en Madrid una colección de crónicas españolas.

Durante el siglo XVI fueron reimpresas crónicas sobre los reyes de España y reyes de Portugal.

En Inglaterra, Escocia e Irlanda desde el siglo VI al siglo XVI se encuentran más de cincuenta obras relativas a la historia de aquellos países con el título particular de crónicas (también conocidas con el nombre de Crónicas anglosajonas). Algunas están escritas en latín pero las más destacadas están escritas en lengua vulgar y son de gran importancia.

Entre las crónicas latinas se pueden citar las siguientes:
• Las de Marianus Scotus muerto en el año 1086.
• La de Gervasio de Cantorbery floreció por los años de 1200.
• La de Gautier de Coventry que floreció en 1217.
• La crónica de Escocia de Juan Fordum y las de Ralp Higden y las de Rishauger y otras muchas.

Entre las crónicas en lengua vulgar debemos citar la de Pedro Langtoft, monje agustino que murió en 1308 y fue traducida del francés al inglés por Roberto de Brunne y publicada en 1720 con el título de Chronicle from the death of Cadvallader to the end of the King Edward.

Otras crónicas son las siguientes:
• El Policronicón de Higden hasta el año 1495.
• la obra del canónigo regular de San Andrés, Andrés Wynkyn, The original chronykyll of scotland.
• La de Humphrey Lhoyd impresa en 1554 A chronicle of Wales trom cadvallader to Lewelim the last Welsh prince en 1293.
• La crónica sajona publicada en 1692 por Gibson y en 1820 por J.Ingram, The saxon Chonicle, from the nicartion of our Lord until the death of the King Stephen.

En conclusión se ha de afirmar que los países europeos más ricos en crónicas históricas son España, Italia, Francia e Inglaterra, y Alemania escritas en los siguientes idiomas:

• Latín
• En el idioma nacional
• En dialectos provinciales.

Ocupan en primer lugar no por su interés sino por su fecha remota aquellas crónicas latinas donde se ha consignado los acontecimientos sin comentarios y sin pormenores. La relación de un eclipse de sol o una lluvia de granizo ocupan tanto lugar como la de una batalla o la de un cambio de dinastía. Éstas crónicas breves y redactadas por monjes llevan el nombre del lugar donde fueron escritas o el de aquél donde se descubrieron.

¿ Qué es una crónica?

"La crónica es, en esencia, una información interpretativa y valorativa de los hechos noticiosos, actuales o actualizados, donde se narra algo al propio tiempo que se juzga lo narrado" (Martín Vivaldi, 1987, p. 123).

Una crónica es una obra literaria que narra hechos históricos en orden cronológico. La palabra crónica viene del latín chronica, que a su vez se deriva del griego kronika biblios, es decir, libros que siguen el orden del tiempo.
En una crónica los hechos se narran según el orden temporal en que ocurrieron, a menudo por testigos presenciales o contemporáneos, ya sea en primera o en tercera persona.

Se entiende por crónica la historia detallada de un país, de una localidad, de una época o de un hombre, o de un acontecimiento en general, escrita por un testigo ocular o por un contemporáneo que ha registrado sin comentarios todos los pormenores que ha visto, y aún todos los que le han sido transmitidos. Tales son por ejemplo, las crónicas latinas de Flodoart, canónigo de Reimns, y de Guillermo de Naugis y las crónicas francesas de Froissart y de Monstrelet. De todos los países europeos acaso los más ricos en crónicas sean Francia, España, Italia e Inglaterra.

En la crónica se utiliza un lenguaje sencillo, directo, muy personal y admite un lenguaje literario con uso reiterativo de adjetivos para hacer énfasis en las descripciones. Emplea verbos de acción y presenta referencias de espacio y tiempo. La crónica lleva cierto distanciamiento temporal a lo que se le llama escritos históricos. Por medio de las crónicas se pueden redactar escritos, tomando las opiniones de varias personas para saber si esto es cierto o no, como en el libro Crónica de una muerte anunciada escrito por Gabriel García Márquez.

Las crónicas son también un género periodístico. Se las clasifica como "amarillas" o "blancas" según su contenido. Las "amarillas" tienen material más subjetivo y generalmente la voz autorizada es una persona o ciudadano común; las "blancas" usan material más objetivo y la voz autorizada es, generalmente, la autoridad, un profesional, etc.

Coincido con Álex Grijelmo en que la crónica es probablemente el subgénero más difícil de dominar porque mezcla elementos noticiosos y de análisis pero sin juicios de valor. De hecho, la crónica en algunos libros está identificada como parte del género informativo y en otros como perteneciente al género interpretativo.

Personalmente me quedo con la definición “se entiennde por crónica una investigación periodística -que incluye la biografía- sin limitación temática, realizada en profundidad, escrita con una marcada voz de autor y apelando a estrategias y recursos propios de la narración de ficción”.

En cuanto a la forma de escribirla, es sabido que el hecho ha de contarse en el transcurrir del tiempo, se recomienda utilizar una entradilla creativa al estilo de los reportajes y un titular más noticioso, aunque este último no es norma infranqueable.

La etimología de la palabra propone una idea de la crónica como el relato de los hechos tal como sucedieron por orden cronológico. Esta definición no está mal, es cierta, pero es insuficiente. Sobre todo en periodismo. En la crónica periodística esa sería sólo una de las características.

El primer modo de utilizar la crónica –género exclusivo de las lenguas derivadas del latín—fue para realizar relatos históricos, por su interesante narrativa. Posteriormente fue el modelo casi excluyente a la hora de relatar los viajes de exploración de los navegantes europeos en sus conquistas en el nuevo mundo.
Finalmente, el periodismo se apropia de este género para recrear con características propias del oficio un género difícil de definir y de escribir, como es la crónica periodística.

¿Cuál es la diferencia sustancial entre la noticia y la crónica? Si bien es complejo definir la crónica periodística y sus características -- no por falta de elementos sino por su gran riqueza-- , se pueden diferenciar de modo básico en que la noticia es el relato inmediato y despojado de los hechos, cuyo valor radica en estas dos características, de modo prioritario.

En cambio, en la crónica puede mediar un tiempo—reducido-- entre lo ocurrido y la publicación y la riqueza de su corpus radica en la subjetividad que le otorga con su pluma quien la escribe.

La crónica es, en esencia, información. Puede interpretarse como la integración de los demás subgéneros periodísticos en pos del relato de un hecho pasado; pero renovado y pleno de detalles, dado que el periodista lo retoma, lo interpreta, lo interpela y lo recrea bajo la influencia de su mirada.

El periodismo se apropia de este género para permitirle al periodista competir con la noticia en el protagonismo, y aportar un estilo personal que embellezca la escritura al riesgo de fusionar la redacción periodística con un texto literario.
Si en la redacción de una noticia el periodista debe escatimar cualquier rasgo de subjetividad y atenerse de modo casi excluyente a la ausencia de un toque personal, por el contrario en la crónica es el periodista quien con su pluma decide el recorte que realizará en la noticia que cuenta, los detalles que elige para relatarla y, en definitiva, el sello que le imponga.

Debido a que los medios audiovisuales son más rápidos en la transmisión de información que los editados en papel, la crónica periodística impresa se centra más en dar respuesta al porqué y al cómo sobrevino el hecho seleccionado que ha ofrecer novedades sobre lo ocurrido, ya que esta última necesidad ya está satisfecha por otros canales.

La interpretación de un hecho es lo que da sentido a la crónica. Allí el periodista se involucra, recorta y selecciona impresiones y le permite al lector sumergirse en el hecho que se relata y compartir, de algún modo, impresiones.

A diferencia de la noticia, en la que poco cuenta la toma de posición del lector, en la crónica es imprescindible una complicidad entre quien escribe y éste.

Si en literatura es necesaria la existencia de un pacto ficcional, en periodismo, para que la crónica exista como tal, debe existir una suerte de relación de confianza entre el periodista y el lector.

Quien firma no sólo informa quién realizó la crónica, establece una relación de credibilidad en la que se ve obligado a dar consistencia y coherencia a los materiales narrativos. El lector confía en que revele y manifieste el sentido de los hechos, porque gracias a su experiencia personal, literaria, histórica, periodística. El lector considera que quien firma es la persona pertinente para cumplir con éxito la función de comunicar.

En pos de esta relación de confianza, el cronista siempre firma sus escritos, como modo de compromiso y vínculo con el lector.

El autor de la crónica deberá transformarse, entonces, en un artesano de la noticia, que elegirá los hechos que considere relevantes, los testimonios –en caso de que los incluya—y los detalles de color que le permitan al lector sumergirse en la crónica informándose sin aburrirse y a la vez sintiéndose parte del relato.

No existe una única manera de escribir una crónica. Dado que depende del estilo del escritor, es posible encontrar tantas posibles maneras de relato como cronistas existan. Lo seguro es que:

Se organizará acorde con el transcurso de los hechos.
Será un relato informativo.
Estará marcada por la subjetividad.
Tendrá una impronta literaria.
Estará firmada

CRÓNICA

La crónica es una información interpretada sobre hechos actuales donde se narra un suceso pasado que se relaciona con uno actual; en otras palabras, maneja y juega con el tiempo.

Su estilo está determinado por quien la escribe, razón por la cual, en ella, se permiten los juicios de éste, así como un manejo libre del lenguaje, puesto que una crónica puede ser narrativa, descriptiva o literaria; además, el sujeto que narra la historia puede bien estar implícito o explícito. Su extensión puede variar, ya que depende del enfoque que le dé el escritor y de la cantidad de hechos a los que recurra para poder llevarla a feliz término. Sus fuentes, por lo general, son directas; es decir, recurre a las personas o entidades que presenciaron los hechos, pero, y por encima de todo, a sus protagonistas.

De lo anterior se puede colegir que, en la crónica, una cuestión primordial en su elaboración es la etapa de investigación previa a su escritura, etapa que, generalmente, es exhaustiva y minuciosa, lo que hace que este género logre ser, en la mayoría de los casos, profundo y analítico.

La crónica periodística tiene casi las mismas características que el reportaje, su diferencia con éste radica en que, en el caso de la crónica, el periodista o el autor hace un énfasis especial en su versión particular y subjetiva de los hechos que narra, y es por ello que la crónica está muy ligada con la literatura, no sólo por su extensión sino por la manera como está escrita. Grandes escritores colombianos como Gabriel García Márquez y Germán Castro Caycedo empezaron su carrera siendo periodistas y utilizando este género como su principal forma de expresión (tal es el caso de |Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez).

CRONICA

Definición

La palabra crónica proviene del griego Kronicá que significa libro, en que se refieren los hechos por orden cronológico. También se puede definir como historia escrita por testigos presenciales y en donde se observa el orden de los acontecimientos en el tiempo.

Características

La crónica es una forma expresiva del periodismo informativo, aunque también puede corresponder al periodismo interpretativo. Desde el punto de vista periodístico, la crónica se concibe como una noticia ampliada y comentada por el autor que la firma.

Sin perder de vista lo netamente informativo, el escritor incorpora opiniones subjetivas destinadas a ofrecer valoración de los hechos, establecer sus posibles causas o consecuencias y, en fin, orientar la opinión de los lectores. En la crónica se utiliza, un lenguaje directo y sencillo, con estilo más personal y admite un lenguaje literario, con uso reiterativo de adjetivos para hacer énfasis en las descripciones pictóricas, topográficas, cinematográficas, sin olvidar el retrato.

Igualmente para dar riqueza a la narración, emplea verbos de acción y presenta referencias espacio temporales. La crónica no posee limitación espacial, puede o no tratar temas novedosos, y conlleva cierto distanciamiento temporal; de ahí el nombre de crónica común que reciben cierto tipo de escritos históricos.

Historia

En la antigüedad la crónica se basaba en el relato cronológico de hechos históricos. En el siglo XV época del Renacimiento, se cultivó mucho este género, por tanto, los españoles llegados a América dejaron a manera de informe o carta de relación a sus monarcas un valioso testimonio sobre el fenómeno de la conquista.

Algunas de estas crónicas presentaron con mucha objetividad los acontecimientos suscitados en el choque de culturas. Otras, por el contrario, fueron producto del asombro, la ficción o el propósito ideológico aculturador del invasor. Buscaban justificar su ambición y sus atropellos, considerando al indígena como un ser primitivo, irracional, supersticioso y antropófago.

Autores

Hernán Cortés (1485 – 1547). Cartas de relación, donde se presenta a Carlos V un informe detallado de la dominación de México.
Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1507 – 1559). Naufragios narra las aventuras del autor con un grupo reducido de conquistadores españoles y sus andanzas desde la Florida hasta el golfo de California.
Gonzalo Fernández de Oviedo (1478 – 1557). Historia General y Natural de las Indias.
Pedro Cieza de León (1518 – 1560)
Bernardino de Sahagún ( ¿ - 1590)
Bernal Díaz del Castillo (1498 – 1632)

LA CRÓNICA

La crónica es un género periodístico que narra un acontecimiento en el
orden en que fue desarrollándose. Se caracteriza por trasmitir, además de información, las impresiones del cronista. Más que retratar la realidad este género se emplea para recrear la atmósfera en que se produce un
determinado suceso.

En el desarrollo de la crónica se responde a las interrogantes periodísticas: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, para qué, pero a diferencia de la noticia, cuya función primordial es responder qué pasó, la crónica se ocupa del cómo suceden los hechos
La crónica es una narración que expone en orden cronológico los momentos y elementos que hacen importante un acontecimiento.

Para que tenga valor periodístico es necesario que aborde un suceso real. La historia del suceso debe ser lo más completa posible; no debe faltar en ella ningún dato que merezca ser considerado.

En este género se describe a los personajes desde muy distintos ángulos y se emplean recursos literarios para “prender” al lector, por eso es considerada como uno de los géneros periodísticos más literarios. No obstante, al destinarse al público en general, la crónica debe escribirse con lenguaje claro y sencillo, comprensible para el común de los lectores.

Como todos los géneros periodísticos que se ocupan de hechos de actualidad, la crónica debe ofrecerse con oportunidad, cuando el suceso narrado acaba de ocurrir.

Si se trata de un suceso del pasado, es conveniente que coincida con la fecha en que aconteció y que aporte un elemento novedoso, un ángulo distinto de lo publicado hasta entonces. Sedistinguen tres tipos de crónicas:

Crónica informativa: De manera semejante a la noticia, se limita a informar sobre un suceso sin emitir opiniones. Sin embargo, por su
organización la noticia recoge en la entrada lo más sobresaliente del
acontecimiento; en cambio, la crónica sigue un orden cronológico y
es más extensa, pues incluye detalles secundarios y descripciones
minuciosas a fin de que el lector se sienta trasladado al lugar de los
acontecimientos.

Crónica opinativa: Es la narración de un suceso presenciado o reconstruido por el reportero en el que informa y opina simultáneamente (por ejemplo, las crónicas deportivas). El cronista opinativo tiene libertad
para desarrollar un estilo literario propio, en el que emplea diversos
recursos, siempre y cuándo los sucesos que se narran se presten para
ello.

Crónica interpretativa: Su propósito principal es orientar al público
mediante la interpretación y el enjuiciamiento de la realidad, ofrece
los datos informativos esenciales. Responde no solo al cómo sino al
por qué de los acontecimientos.

Ésta crónica la recomendó en una clase un gran maestro, docente de la Universidad de San Carlos y otrora periodista combativo. La característica de este texto es que está escrito en primera persona y tiene también elementos subjetivos.

Fidel y Raúl
Jorge Edwards*


En el episodio de la visita de los marinos, según mi balance final, Raúl había sido prudente, además de ausente cuando convenía, y Fidel había sido teatral, excesivo, palabrero, improvisador.

A mediados de febrero de 1971, cuando llevaba casi tres meses en Cuba como representante diplomático de Chile, me tocó entrar en contacto con Raúl Castro para organizar la visita del buque escuela Esmeralda a La Habana. Era la primera visita oficial de un barco de la escuadra chilena, después de largos años de ruptura de relaciones, y el Gobierno revolucionario le daba gran importancia al asunto.

Había que evitar a toda costa que los trescientos o cuatrocientos jóvenes oficiales y grumetes en viaje de instrucción transmitieran una imagen negativa de la Revolución Cubana a su regreso a Valparaíso. El presidente Allende en persona había acudido a despedir el barco y se había comunicado por teléfono con Fidel Castro para recomendarle la máxima atención al tema. Y Fidel y Raúl estaban pendientes, con las pilas puestas, como decimos nosotros, dispuestos a emplear todos sus poderes de seducción, que en aquellos años no eran pocos, frente a los chilenos.

Yo había conversado largamente con Fidel en la primera noche de mi llegada a La Habana y había podido sacar conclusiones diversas acerca del personaje. A uno lo citaban en un lugar y a una hora determinada y el encuentro terminaba por producirse en otro y varias horas más tarde. Los ayudantes, los funcionarios, la gente de protocolo, le decían a uno al oído que todo esto obedecía a normas de seguridad, pero también se podía concluir que era una cuestión de temperamento, de gusto, de afición a lo repentino y a lo secreto.

Después, durante la reunión misma, nunca faltaba algún elemento de sorpresa, un golpe de teatro. Yo, recién llegado a mi hotel al final de un largo viaje, cerca de la medianoche, seguía un discurso del Comandante por la televisión cuando el director de Protocolo me llamó para llevarme a cenar en la ciudad. Era una hora extravagante y había viajado desde Lima con escala en México, pero no quise poner dificultades. Cruzamos La Habana a una velocidad vertiginosa, en el escarabajo VW del director, y en vez de llegar a un restaurante me hicieron entrar a las bambalinas de un gran teatro.

Al otro lado de las pesadas cortinas de terciopelo granate se escuchaba la misma voz que había escuchado en el televisor de mi hotel. Terminó el discurso, hubo nutridos aplausos y el Comandante en Jefe apareció detrás de las cortinas. Si hubiera sabido que había llegado, me dijo, habría roto el protocolo y lo habría llevado a la tribuna. Habló con otras personas, entre ellas con el político chileno Baltazar Castro, y desapareció seguido de su séquito por una portezuela que daba a la calle.

"Ahora te voy a llevar a una entrevista en el diario Granma", me dijo entonces Meléndez, el de Protocolo. ¿No es un poco tarde para entrevistas?, tuve la ingenuidad de preguntar, mirando mi reloj. Pero la hora, en las revoluciones, tenía otro sentido. Y un rato más tarde me encontraba sentado en la dirección del Granma, frente a un grupo de periodistas que sonreía y me hacía preguntas vagas sobre mi viaje. Hasta que se abrió una puerta lateral, entró Fidel Castro y se sentó en una silla que estaba al lado de la mía. De las bambalinas del teatro anterior pasábamos a un escenario más privilegiado y exclusivo.

En medio de la conversación, Fidel de repente dio un salto. ¿Cómo era posible que no hubiera vino chileno en la mesa? Se abrieron otras puertas, como si el guión estuviera bien estudiado, y entraron botellas de un vinillo que producía Baltazar Castro, el político que acababa de conversar con Fidel. La conversación, a todo esto, ya había adquirido otro tono. Dije que podía encargarme de que se exportaran vinos chilenos de mejor calidad a la isla y Fidel replicó: "Tú eres encargado de negocios, pero de negocios no sabes nada, porque eres escritor´. Me reí bastante, ya que Baltazar Castro, don Balta, también era escritor, novelista prolífico, aunque, en honor a la verdad, más bien mediocre en su manejo de la escritura. ´¡Estos escritores chilenos son unos diablos!´, exclamó entonces Fidel, de humor excelente, y la conversación se prolongó hasta altas horas de la madrugada.

Llegué a una entrevista de trabajo con Raúl Castro, en vísperas del arribo del buque escuela, y empecé a comprobar que el ministro de las Fuerzas Armadas era el exacto reverso, casi la antípoda, de su famoso hermano. Tuve la impresión, incluso, de que manipulaba el contraste en forma deliberada. Ser hermano del Líder Máximo no debía de ser fácil, y el juego de las oposiciones probablemente ayudaba a mantener el tipo. Sonó la hora precisa de la cita y la puerta del despacho ministerial se abrió. Raúl, mucho más bajo que Fidel, más pálido, lampiño, en contraste con la barba guerrillera, frondosa y famosa, del otro, era un hombre amable,que hasta podía resultar simpático, pero de una cordialidad evidentemente fría. Estaba sentado detrás de una mesa de escritorio pulcra, impecablemente ordenada, y supe que ahí no cabía esperar sorpresas ni golpes de efecto de ninguna especie. Sus servicios, entretanto, lo habían previsto todo: la entrada del barco al muelle, el transporte por tierra de la tripulación, el programa oficial hasta en sus menores detalles. Habría que asistir a tales y cuales ceremonias y pronunciar tales y cuales discursos de tantos minutos de duración cada uno. El personal a cargo tendría las respectivas ofrendas florales preparadas. Y el ministro procedió a entregarme carpetas cuidadosamente preparadas con el programa, mapas de acceso, credenciales, contraseñas. Convenía, dijo, antes de la despedida, que se produjo al cabo de media hora justa de reunión, que visitara los recintos de la Marina de Cuba, donde los radares registraban minuto a minuto la navegación del barco nuestro. Lo hice, desde luego, y debido, quizá, a mi total ignorancia, me quedé asombrado por el control perfecto de la situación del buque en los mares caribeños.

Los marinos chilenos visitaron instalaciones militares guiados por Raúl Castro y debo decir que hicieron comentarios sorprendidos y hasta elogiosos de la eficacia defensiva de lo que habían visto. En esta etapa, la voz cantante en el proceso de seducción de los oficiales de la Esmeralda, la sirena de turno, era Raúl, no su hermano Fidel. Pero hubo más tarde un detalle revelador. Ernesto Jobet, el comandante de nuestro barco, ofreció una recepción a todo el Gobierno y el cuerpo diplomático. Ahí hubo roces y tropiezos de toda clase y a cada rato. Protocolo me pedía permiso para hacer una completa inspección del buque por motivos de seguridad. El comandante Jobet contestaba que por ningún motivo: él, en su calidad de anfitrión, respondía por la seguridad de sus invitados. Y jamás, por razones de principio, admitiría el ingreso a su barco de gente armada. El día de la recepción, Fidel Castro apareció en el muelle de repente y subió en compañía de una escolta provista de grueso armamento. Fue un momento de tensión extraordinaria. Media hora más tarde ingresó con toda su escolta a la sala privada del comandante chileno. Se produjo ahí una situación notable: el comandante Jobet, con un gesto, le pidió a Castro que expulsara a los intrusos, y éste, con un dedo, les ordenó retirarse. La reunión no podía partir en un ambiente peor. Pero Fidel, al poco rato, tuvo una idea brillante: invitó a Ernesto Jobet a jugar una partida de golf a la mañana siguiente y todos los tropiezos del día quedaron aparentemente superados.

Me imagino que Raúl Castro, con buen olfato, previó estos problemas de antemano. De todos los personajes importantes invitados a la fiesta del buque escuela, fue el único que no asistió. A pesar de haber sido el organizador de la gira. No quería provocar conflictos y prefirió, una vez más, asumir un perfil bajo. No le gustaba, sin duda, estar en el mismo barco en compañía del hermano mayor, sobre todo cuando el otro acaparaba todas las cámaras.

En buenas cuentas, la actitud de Raúl fue prudente y astuta, además de organizada. Fidel y su escolta, en cambio, metieron la pata a cada rato. Pero Fidel, con su chispa, con su sorprendente invitación a un deporte británico y tradicional, ganó la partida. Al menos en el primer momento. Dos días después, cuando el buque se preparaba para zarpar, Ernesto Jobet impartía terminantes instrucciones a sus subordinados para que escribieran cartas, todas las cartas que pudieran, a sus familiares y amigos. Era una operación discreta y eficaz de contrapropaganda. Algunos grumetes habían sido invitados en la calle a la casa de un médico cubano y habían comprobado con extrañeza que no estaba en condiciones de ofrecerles una modesta cerveza o una taza de café. ¡Cuéntenlo todo!, exclamaba Jobet, con una sonrisa socarrona.

Alrededor de tres años más tarde, se supo que la Marina había sido la primera en iniciar, con veinticuatro horas de anticipación, las operaciones que condujeron al golpe de Estado contra Allende. Pensé en los tripulantes de la Esmeralda y en la posibilidad de que alguno, más de alguno, estuviera implicado en ese proceso. Era una historia terrible: un reflejo lateral, menor, pero no por eso menos dramático, de un gran conflicto político del siglo XX. En el episodio de la visita de los marinos, según mi balance final, Raúl había sido prudente, además de ausente cuando convenía, y Fidel había sido teatral, excesivo, palabrero, improvisador. Ninguno de los dos, en cualquier caso, habría podido evitar nada, y temo que sus amigos chilenos tampoco.

*Jorge Edwards
es escritor chileno.
De El País de Madrid
para La Razón.



A continuación, les preseno un texto de Gabriel García Márquez. En un encuentro de escritores, el gabo descolló con esta narración para ejemplificar la diferencia entre lo que contaba y cómo quedaría escrito.

Me pareció muy valioso como estructura a utilizar para redactar una crónica.
Que lo disfruten.

" Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
-No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.

Ellos se ríen de la madre. Dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:

-Te apuesto un peso a que no la haces.

Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Contesta:

-Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.

Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá o una nieta o en fin, cualquier pariente. Feliz con su peso, dice:

-Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.

-¿Y por qué es un tonto?

-Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. Entonces le dice su madre:-No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.

La pariente lo oye y va a comprar carne. Ella le dice al carnicero:

-Véndame una libra de carne -y en el momento que se la están cortando, agrega-: Mejor véndame dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.

El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice:

-Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.

Entonces la vieja responde:

-Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras.

Se lleva las cuatro libras; y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo, en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice:

-¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?

-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
(Tanto calor que es pueblo donde los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos.)

-Sin embargo -dice uno-, a esta hora nunca ha hecho tanto calor.

-Pero a las dos de la tarde es cuando hay más calor.

-Sí, pero no tanto calor como ahora.

Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:

-Hay un pajarito en la plaza.

Y viene todo el mundo, espantado, a ver el pajarito.

-Pero señores, siempre ha habido pajaritos que bajan.

-Sí, pero nunca a esta hora.

Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.

-Yo sí soy muy macho -grita uno-. Yo me voy.

Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen:

-Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.

Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.

Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:

-Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa -y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.

Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, clamando:

-Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca".

M.A. Lic. Ruddy Miguel Girón López
Catedrático del curso Géneros Periodísticos II
Escuela de Ciencias de la Comunicación
Universidad de San Carlos de Guatemala
Año 2008

16 comentarios:

Katherine Ergón dijo...

Buen día Lic. con una consulta respecto a las practicas podria realizarlas en una litografia??

Saludos Cordiales.

Katherine Ergón
katherine2588@hotmail.com

Unknown dijo...

Lic. Buena Noche, fijese que yo no recibi Gèneros I con usted, entonces quisiera saber cual es el horario requerido para realizar las pràcticas, tienen que ser de tiempo completo? o pueden ser algunas horas diaria?
En espera de su respuesta.

Mitzi

Unknown dijo...

que tal lic. que tenda un buen dia lo unico es que le pregunto todo lo que subio al blog sera lo que entra en el examen para el sabado y tambien que gracias por la atencion. bueno hasta la proxima
nery hernandez
carne 200722098

M.A. Lic. Ruddy Miguel Girón López dijo...

Quienes tengan dudas de la práctica por favor escribanme a generosperiodisticos2008@gmail.com y con gusto se las resolveré.
Nery y demás compañeros que tengan la misma duda, efectivamente para la prueba del sábado es todo lo de la Entrevista y Crónica, espero estudien a conciencia.
Que se encuentren bien y feliz noche....Lic. Ruddy Girón

SELVIN dijo...

selvin garcia gracias lic por habilitar de nuevo el blog este tema es interesante la cronica en lo personal me siento mas identificado con esto. me llevo el documento para leerlo mas despacio.
exitos en la semana.

Ennis Luna dijo...

gracias licenciado, ahora ya aprendi bien el concepto de cronica,espero no quedarle mal este semestre

Nancy dijo...

Que tal Lic. Buenos Dias!!!
le cuento que con la explicacion del sabado sobre lo que es la cronica me quedo mucho mas claro este tema.

saludos, que tenga buen dia

Nancy Constanza, 20721798
nancyccp18@hotmai.com

Unknown dijo...

Lic que bueno que regreso al blog pero que malo que regreso escribiendo mucho pero en fin daremos lo mejor de sí para tener un buen resultado
Erick Yancor

Unknown dijo...

gracias lic. por explicar un poco mas acerca de la cronica ya que no tenia muy claro el concepto. pase feliz tarde. Bye
Celeste Radford

luis miguel dijo...

Lic. no vaya hacer tan cuadrado con la prueba...

Luis Miguel
200811516

Paola dijo...

hola lic gracias por poner de nuevo el blog ya que nos sirve para completar la informacion por usted dada en clase animo y siga asi

Christian dijo...

Como esta Lic. me imagino el parcial va a venir bien "facil" jajaja lo esperamos el sabado....

Bendiciones

Unknown dijo...

hola lic. como esta?

que tenga un buen dia, y ojala este sabado si lo miremos en la u.

sadia salvatierra

HENRY dijo...

lic. estamos diciendo presentes

HENRY dijo...

gracias lic por la info.

Unknown dijo...

buena noche Lic., respecto al tema del sàbado sobre el artìculo periodìstico, quisiera saber cuando subirà la info.

Saludos,

Mitzi Quisquinay